Destilando las ciudades invisibles de Italo Calvino, hoy quiero hablarles de las “ciudades imposibles”. O mágicas. O increíbles. De esas ciudades de las que uno no puede explicarse su existencia. Ciudades que desafían la lógica humana con que se construyeron todas las demás ciudades del mundo: la comodidad geográfica, el acceso a los recursos, la defensa del enemigo…razones económicas, estratégicas, lógicas. Pueden ser ciudades grandes como Delhi o pequeñas como Brujas. Hermosas como Praga, antiguas como Alejandría, modernas como Brasilia. Pero todas ellas han sido construidas allí y de esa manera por alguna razón. Las razones habitualmente humanas. Razones lógicas
Hay ciudades, sin embargo, que escapan a esa lógica. Ciudades de las que no puedes hallar una justificación creíble para su existencia como no sea la genialidad humana. Ciudades que, de alguna manera, al escapar a la lógica de todas las demás, te reconcilian con el ser humano, te hacen sentir grande. Ciudades en las que no dejas de preguntarte “¿cómo es posible? ¿Cómo puede existir esto? ¿qué fuerza arrastró a la población a seguir luchando para levantar este lugar, pese a todo?”
Pese a todo…
En mis viajes (que son bastantes), he conocido dos lugares así.
Uno de ellos es Venecia
El otro es Tinduf.
Los antiguos habitantes de Venecia vivían en la franja costera que bordea la laguna salobre, hasta que empezaron a sufrir ataques bárbaros. Agricultores y comerciantes, incapaces de defenderse, tuvieron que desplazarse al interior de la laguna, a las islas arenosas, diminutas e insalubres que había en su interior. Islas en las que las casas no podían sostenerse porque la fragilidad del terreno impedía anclar cimientos, islas que se inundaban periódicamente, donde el paludismo y otras enfermedades campaban a sus anchas, donde no se podía cultivar nada, pero donde precisamente los bárbaros no irían a buscarlos porque carecían de interés. Un exilio difícil. Una vida dura. Un lugar imposible.
Pero en este lugar imposible, ocurrió el milagro. Pasados los años, la amenaza de los bárbaros desapareció. Y los habitantes de las islas, en lugar de regresar a la costa, de quemar las maltrechas casas y olvidar aquel lugar maldito, como probablemente habríamos hecho todos, decidieron quedarse. Perfeccionaron un sistema de cimentación sobre pilotes de madera, construyeron puentes, idearon sistemas de transporte de mercancías y personas sobre el agua… se quedaron. Y levantaron Venecia. Una ciudad de palacios, de puentes, cuna de artistas y descubridores, una ciudad que llegó a ser un imperio.
Cuando estás en la Piazza de San Marcos, o te asomas a los palacetes del Gran Canal, o cruzas cualquiera de los puentecillos que atraviesan la ciudad por doquier, no dejas de preguntarte cómo es posible que exista Venecia. Yo aún no he encontrado la respuesta, y a veces pienso que Venecia no existe para sus habitantes, sino para el resto del mundo, existe para que los demás podamos seguir creyendo en la genialidad humana, pese a todo.
Los actuales habitantes de los campamentos saharauis de la zona de Tinduf, vivían en la colonia española llamada Sáhara occidental, algunos en la costa, otros en el interior, bajo dominio español. Tras abandonar España la colonia por razones políticas ante la presión de Marruecos, este país invadió el territorio saharaui obligando a su población original a exiliarse. El único lugar que encontraron fue una franja al suroeste de Argelia, en la zona de Tinduf, en pleno desierto. Un lugar desolador, sin una brizna de hierba, sin agua ni acuíferos practicables, un lugar frío en invierno y aterradoramente calido en verano, un lugar donde no llueve en varios años, y cuando lo hace es en forma torrencial y destructiva, un lugar asediado regularmente por cegadoras tormentas de arena. En ese lugar no se puede cultivar nada, no se puede producir nada, no se puede criar nada salvo algunas cabras y unos pocos camellos Todo deben traerlo de fuera. El agua, los alimentos, las ropas, las telas, los enseres de cocina, la madera, los muebles, los motores y la gasolina para alimentarlos, los medicamentos, el material quirúrgico…todo viene de la cada vez más escasa ayuda internacional.
Pero aquí es donde ha surgido otra ciudad imposible: En vez de irse, de emigrar, de huir, de renunciar a esa forma extrema de mantener su “estado”, los apenas doscientos mil refugiados decidieron quedarse. Se quedaron. Y levantaron Tinduf.
Por Tinduf ahora debe entenderse no la población argelina de ese nombre, sino el territorio de asentamiento de los campos. Y en ese territorio, los saharauis han trazado una red de infraestructuras que parte de un verdadero Estado con su presidente, sus ministros y su capital. Las ciudades de ese Estado son los diferentes campos, bautizados con el nombre de las principales ciudades de Sáhara Occidental y que fueron arrebatadas por Marruecos: Smara, Aaiún, Rabuni, Auserd…en esas “ciudades”, los saharauis han construido hospitales, escuelas de enseñanza obligatoria, escuelas para discapacitados, para ciegos, para sordos, escuelas para mujeres adultas, redes de abastecimiento de agua (en cubas, pero redes al fin), de distribución de alimentos y combustible, han establecido convenios para que todos sus alumnos terminen la secundaria en el extranjero, donde también se forman médicos, ingenieros, profesores. Estos profesionales, una vez en Tinduf, van a trabajar a diario sin cobrar absolutamente nada, solamente porque es su deber hacerlo.
Tinduf es mágico. Es otra ciudad imposible. Otra muestra de la genialidad humana. Cuando paseas por las “calles” de cualquiera de sus campos, entras en la sala de partos de sus hospitales, en las aulas de sus escuelas, o tomas un té recostado en almohadones dentro de una haima, sientes como un espejismo el valor de todo lo que te rodea, sientes la fuerza de una gente capaz de levantar un país en la nada. A veces, como en Venecia, pienso que Tinduf no existe sino para el resto del Mundo, para que sintamos la fuerza de la supervivencia, el afán de resistir, la capacidad de continuar en cualquier caso…y para que sintamos vergüenza. Vergüenza de una Comunidad Internacional incapaz, en treinta años, de dar a los saharauis lo que evidentemente se han ganado.
2 Comments:
At 1:01 p. m., Unknown said…
Me ha parecido muy interesante este articulo...ya que ami me gustaria conocer mundo...haber si de mayor paso por algunos de los sitios...aunque el unico que estoy seguro que voy a ir es a Venecia...es uno de mis sueños y espero poder conseguirlo...espero que hagan mas articulos tan interesantes como este...un saludo
José Mª Romero Martínez 3ºB
At 11:33 p. m., Musa18 said…
Yo era una de las alumnas ue iva a ir a ese viaje...no fui por muchas razones supongo que todas logicas pero si que me huviera gustado ir paapoder ponerme en el lugr de los demas...y vivir como ellos poque aveces no somos concientes de que para ellos un bagabundo de la calle de esto que bagan sin sentido por nuestras calles ya es rico por el mero echo de vivir aqui de poder conseguir un trabajo si se lo propone...bueno este aritculo es bastante bueno,espero que los que fuern allan vivido una gran experiencia muchos besos.Laura Corral Pérez.3ºB
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