Ganadores del concurso de cuentos y poesía.
Desde el blog del IES GUAZA queremos felicitar a María Jesús Deza (4ºA) y Nicolás Aducci (2ºC) por haber ganado en las categorías de cuento y poesía respectivamente. Aquí puedes echar un vistazo a los textos vencedores.
¡Enhorabuena a ambos! Sigan escribiendo...
MALDITA BOTA
“Maldita bota” es lo único que se me viene en mente cada vez que recuerdo esta desgraciada historia. No es que tenga mucho que contar pero mi psicólogo me recomendó que la escribiera y así me encontraría mejor conmigo mismo y me desahogaría.
Mejor empiezo por el principio: me llamo Carlos y soy un gran amante de la naturaleza, me encanta ir con mis amigos a pescar al río y estar todo el día de acampada. Debe de ser que me relaja de toda la multitud de la ciudad, pues soy un hombre estresado. Bueno, nada de esto viene a cuento pero es para que me comprendan mejor.
Hace más o menos un mes que pasó todo esto. Desde mi punto de vista, creí que iba a ser un fin de semana estupendo pero veo que me equivocaba. Esa misma mañana llamé a mis amigos para irnos a pescar. Cuando íbamos de camino hacia el río, una mujer estaba “haciendo dedo”. Mis amigos propusieron que la recogiéramos, pues seguramente nos quedaba de camino llevarla y, además, por allí no pasaban muchos coches, que digamos. Me negué, llegábamos tarde y no iba a dejar que una simple mujer nos retrasara –maldita la hora en la que dije esto-. Mis amigos me hicieron caso y continuamos hacia el río, pero yo ya no iba tan a gusto, la mujer me había mirado muy mal y cada cierto tiempo me daban escalofríos.
Yo os puedo asegurar que no soy nada supersticioso, pero parecía que la mujer me había “hecho mal de ojo”. -¡Ah, otra cosa!, mi psicólogo cree que estoy medio loco, no me cree todo este rollo-. Pero continuemos, desde que llegué al río tenía unas ansias locas de pescar y me dispuse a ello, -no pescaba nada-. Cuando decidí dejarlo, empezó a tirarme la caña, entonces la sujeté con todas las fuerzas del mundo y, cuando la saqué, me encontré con una bota asquerosa que no servía ni para pegarle a alguien. El gracioso amigo de turno me soltó que me la quedara, pues sería un “bonito” recuerdo de un día en el que no pescaba nada. Aún así, no me pareció mala idea; de todas formas, ¿qué me podría suceder?
Desde que salí del río todo me empezó a ir mal: se me caían las cosas, rompía todo lo que tocaba, me echaron del trabajo, me iba fatal con mis amigos, todo me salía mal y yo no lo hacía a propósito, ¡incluso, atropellé a una persona y la mandé al hospital!,… Entonces me acordé de la mujer y de la maldita bota que me encontré en el río.
Busqué la bota y la quemé pensando que todo acabaría. No fue así, pero al menos no he matado a nadie, todavía. Por eso decidí ir a ver a un psicólogo. Yo sé que nada de esto es mental, pero necesitaba contárselo a alguien ya que mis amigos piensan que estoy medio loco. Espero que con el tiempo esto se vaya pasando. En realidad, es la única esperanza que me queda.
María Jesús Deza Aldomán. 4º A
LO QUE ME SALIÓ
Conectar es una cosa muy compleja,
mientras tú conectas otros lo dejan.
Si todos conectáramos a la vez,
estaríamos en cardumen como el pez.
Tendría que haber una forma de conectar
no como una tropa se dedica a matar.
Si nos uniéramos más que para la guerra,
con el amor estaríamos llenos de “perras”.
Así el ser humano sigue viviendo,
algunos en yates y otros sufriendo.
Yo de esto no puedo seguir hablando,
porque “mi viejo” a cenar me está llamando.
Nicolás Aducci 2ºC
¡Enhorabuena a ambos! Sigan escribiendo...
MALDITA BOTA
“Maldita bota” es lo único que se me viene en mente cada vez que recuerdo esta desgraciada historia. No es que tenga mucho que contar pero mi psicólogo me recomendó que la escribiera y así me encontraría mejor conmigo mismo y me desahogaría.
Mejor empiezo por el principio: me llamo Carlos y soy un gran amante de la naturaleza, me encanta ir con mis amigos a pescar al río y estar todo el día de acampada. Debe de ser que me relaja de toda la multitud de la ciudad, pues soy un hombre estresado. Bueno, nada de esto viene a cuento pero es para que me comprendan mejor.
Hace más o menos un mes que pasó todo esto. Desde mi punto de vista, creí que iba a ser un fin de semana estupendo pero veo que me equivocaba. Esa misma mañana llamé a mis amigos para irnos a pescar. Cuando íbamos de camino hacia el río, una mujer estaba “haciendo dedo”. Mis amigos propusieron que la recogiéramos, pues seguramente nos quedaba de camino llevarla y, además, por allí no pasaban muchos coches, que digamos. Me negué, llegábamos tarde y no iba a dejar que una simple mujer nos retrasara –maldita la hora en la que dije esto-. Mis amigos me hicieron caso y continuamos hacia el río, pero yo ya no iba tan a gusto, la mujer me había mirado muy mal y cada cierto tiempo me daban escalofríos.
Yo os puedo asegurar que no soy nada supersticioso, pero parecía que la mujer me había “hecho mal de ojo”. -¡Ah, otra cosa!, mi psicólogo cree que estoy medio loco, no me cree todo este rollo-. Pero continuemos, desde que llegué al río tenía unas ansias locas de pescar y me dispuse a ello, -no pescaba nada-. Cuando decidí dejarlo, empezó a tirarme la caña, entonces la sujeté con todas las fuerzas del mundo y, cuando la saqué, me encontré con una bota asquerosa que no servía ni para pegarle a alguien. El gracioso amigo de turno me soltó que me la quedara, pues sería un “bonito” recuerdo de un día en el que no pescaba nada. Aún así, no me pareció mala idea; de todas formas, ¿qué me podría suceder?
Desde que salí del río todo me empezó a ir mal: se me caían las cosas, rompía todo lo que tocaba, me echaron del trabajo, me iba fatal con mis amigos, todo me salía mal y yo no lo hacía a propósito, ¡incluso, atropellé a una persona y la mandé al hospital!,… Entonces me acordé de la mujer y de la maldita bota que me encontré en el río.
Busqué la bota y la quemé pensando que todo acabaría. No fue así, pero al menos no he matado a nadie, todavía. Por eso decidí ir a ver a un psicólogo. Yo sé que nada de esto es mental, pero necesitaba contárselo a alguien ya que mis amigos piensan que estoy medio loco. Espero que con el tiempo esto se vaya pasando. En realidad, es la única esperanza que me queda.
María Jesús Deza Aldomán. 4º A
LO QUE ME SALIÓ
Conectar es una cosa muy compleja,
mientras tú conectas otros lo dejan.
Si todos conectáramos a la vez,
estaríamos en cardumen como el pez.
Tendría que haber una forma de conectar
no como una tropa se dedica a matar.
Si nos uniéramos más que para la guerra,
con el amor estaríamos llenos de “perras”.
Así el ser humano sigue viviendo,
algunos en yates y otros sufriendo.
Yo de esto no puedo seguir hablando,
porque “mi viejo” a cenar me está llamando.
Nicolás Aducci 2ºC
Etiquetas: concurso cuentos poesia
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