LOS CUENTOS DEL MUNDO
Rinrín Renacuajo, el hijo de Rana, salió una mañana muy tieso y muy majo,
pantalones cortos, corbata a la moda, sombrero encintado y chupa de boda.
Y su madre, al verlo, le dijo:
—Muchacho, no salgas tan arreglado.
Pero él le hizo un gesto de no hacerle caso y orondo se fue.
Y en el camino, se encontró con un ratón vecino que le dijo:
—Amigo, venga usted conmigo,
visitemos juntos a Doña Ratona que habrá francachela y habrá comilona.
Y hacia allá se dirigieron tan contentos y ufanos.
Luego, llegaron a la casa de Doña Ratona y a la puerta tocaron.
—Toc, toc ―hicieron.
—¿Quién es?
—Yo, Doña Ratona, beso a usted los pies. ¿Usted está en casa?
Y ella le dijo:
—Sí, señor, sí estoy como usted puede comprobar, y celebro mucho
verlos a ustedes hoy. Estaba en mi oficio hilando algodón, pero eso no importa,
bienvenidos son.
Acto seguido, se hicieron la venia, se dieron la mano y dijo
Ratico, que era el amigo de Rinrín Renacuajo:
—Mi amigo, el de verde, rabia de calor. Démele cerveza, hágame el favor.
Y mientras ese pillo se consumía la jarra de cerveza, Doña Ratona mandó a traer la guitarra y le dijo a Renacuajo que cantara versitos alegres y elegante tonada.
Rinrín Renacuajo contestó a la señora:
—Ay, señora, de mil amores yo lo hiciera. Pero no es posible que le dé gusto ahora porque tengo el gaznate más seco que la estopa y me aprieta mucho esta nueva ropa.
Entonces, Doña Ratona le dijo:
—Pues aflójese un poco ese chaleco y esa corbata que yo, mientras tanto, le voy a cantar una cancioncita muy particular.
Y mientras estaban en esa brillante función de baile, de cerveza, de guitarra y de canción, llegó la gata con sus gatos y eso se volvió un estropicio porque Doña Gata Vieja trinchó por la oreja al niño.
Ratico que era el amigo de Rinrín Renacuajo. Y le dijo:
—Hola, ¿cómo estás tú, Renacuajo guapo?
Y los gatos cogieron a la vieja Rata, uno por la pata y el otro por la cola. ¿Y qué hizo don renacuajito Rinrín Renacuajo? Este señor, mirando este asalto, cogió su sombrero y dio un tremendo salto. Y abrió la puerta con mano y narices y se fue dando a todos noches muy felices.
Y luego, siguió saltando tan alto y aprisa que perdió el sombrero, rasgó la camisa, y se coló en la boca de un pato tragón. Y éste se lo embuchó de un solo estirón.
Y así terminaron. Mira, ratón y ratona, y luego Rinrín Renacuajo. Y los gatos comieron y el pato cenó. Y mamá ranita, solita quedó.
Y ahora, que no te pase a ti como a Rinrín Renacuajo...
Cuento popular colombiano
Ivana María Ahumada Gómez
Etiquetas: cuentos del mundo, guaza, interculturalidad
1 Comments:
At 12:36 p. m., Anónimo said…
Esta idea es fantástica, así puedo conocer algo más de otros países.
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